
HT: el opinador compulsivo
El peronismo es el nombre que se da a sí mismo el personal gubernamental que pacta con estos dispositivos de poder en los que se distribuye la clase dominante. Es una entidad nominal que agrupa y legitima un acuerdo prebendario que asegura la continuidad de una misma hegemonía. La Corte Suprema, el Poder Legislativo, los jueces, los educadores, los que están a cargo de funciones de autoridad y de aplicación de las leyes son un decorado de terracota. Nuestras instituciones habitan palacios de estuco. Por eso cuando alguien dice: “Ok, estoy de acuerdo en que este gobierno miente, patotea y roba, pero algunas cosas las hace bien. ¿O no? Pero además, ¿qué otra alternativa hay, me podés decir?”. La respuesta que todos damos es bien conocida: “No, la verdad que no se me ocurre, tenés razón, no hay ninguna”
“El hombre es un ser libre. No se le debe imponer nada que se relacione con el corazón. La patria no se estampa en el alma como consecuencia de un hecho material. Yo convengo en que un mismo vegetal se distinga según la tierra que nace. Así, la papa, por ejemplo, puede ser italiana o francesa. Pero el hombre no es como la papa. No nace de la tierra sino del hombre”.
Los demonios me contaron que hay un infierno para los sentimentales y pedantes. Allí los abandonan en un interminable palacio, más vacio que lleno, y sin ventanas. Los condenados lo recorren como si buscaran algo y, ya se sabe, al rato empieza a decir que el mayor tormento consiste en no participar en la visión de Dios, que el dolor moral es más vivo que el físico, etcétera. Entonces los demonios los echan al mar de fuego, de donde nadie los sacará nunca.
El falso Swedenborg,
Ensueños (1873)
(...) Los métodos nazis que ha impuesto el populismo corporativo y regresivo (disfrazado de progresismo) que prevalece y la pasividad e impotencia con que la sociedad los ha aceptado, y hasta, en algunos casos respaldado, me asustan, me entristecen, y atacan mi optimismo incondicional, sobre el futuro posible para la Argentina.
En la práctica, bajo los formalismos de una democracia republicana, nuestro país está dominado por un Estado arbitrario e ilegal. Que se toma atribuciones que no le competen. En dónde funcionarios de cualquier rango, dan órdenes telefónicas a ciudadanos, empresas, organizaciones, sin el respaldo del derecho, ni de ley alguna, sólo con la amenaza de utilizar sus propias fuerzas de choque, que toman la forma de sindicalistas descontrolados, inspecciones impositivas o laborales, difamación a través del periodismo del régimen, o jueces adictos. (...)

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